El próximo martes 29 de marzo a las 19:30 horas Galería Animal inaugura la muestra Joan Miró GRABADOS que reúne una selección de 31 obras del destacado artista.
Nacido el año 1893 en Barcelona, este artista hijo de un orfebre y nieto de un herrero, adquirió un sentido del oficio artesanal que permitió que desarrollara un instinto sobre el uso de las materias y herramientas al momento de realizar sus grabados. Sin embargo, según sus propias palabras, comenzó a traspasar los límites de la tradición de esta técnica conocida hasta entonces. Mantendrá un contacto físico, casi carnal con los materiales y técnicas como la punta seca, litografía, aguafuerte o carborundo, incitándolos y abrumándolos con preguntas, entablando con ellos un verdadero diálogo amoroso esperando así una respuesta muy distinta a la sumisión servil y utilitaria del grabado académico. Sus búsquedas y sus hallazgos, premios a su entender de este medio de expresión, no proceden nunca de una experimentación metódica sino del calor de las coincidencias y las sorpresas del azar que guía su asombrosa intuición de la materia.
Si el sentido del oficio artesanal favorece su acceso al grabado, la pasión por la poesía va a desempeñar un papel aún más decisivo. Miró sintió siempre -y así lo proclamó- la necesidad vital de superar los límites de su arte y trascender la pintura. La poesía será por encima de las obras de filósofos y novelistas, por encima incluso de la música, el polo creador de tensiones, esa boca oscura, incitante, inquietante, provocadora y mediadora, capaz de abrir el espacio y ampliar sus poderes de creador. Los poetas serán entonces los que acercan a Miró al grabado y la litografía, iniciando estas colaboraciones en 1930 para ilustrar El árbol de los viajeros de Tristan Tzara, colaboraciones que se multiplicarán con los principales poetas de su época a lo largo de toda su vida.
Su primer premio internacional lo obtuvo gracias a este medio, al recibir el gran galardón de Grabado en la Bienal de Venecia el año 1954. Junto al grabado, que será el medio al que más dedica su atención, Miró exploró también los caminos de la pintura, escultura y cerámica, construyendo un cuerpo de obra de una magnitud y originalidad como pocos artistas del siglo pasado. Fallecido en 1983 en Palma de Mallorca, la obra de uno de los artistas más importantes del mundo se encuentran actualmente en los principales museos y colecciones del mundo.
El grabado es para mí un medio de expresión mayor, un medio de liberación, expansión y descubrimiento. A pesar de que al principio estuve preso de sus limitaciones, herramientas y recetas demasiado dependientes de la tradición. Había que resistir, desbordarlas y entonces un inmenso campo de posibilidades se ofrecía a la mirada y a la mano... El despotismo de la herramienta fue vencido progresivamente. Puedo utilizar estas herramientas, pero también el dedo, la mano, un clavo o un desatornillador viejo. Me he podido liberar asimismo de las superficies utilizadas normalmente para imprimir mis grabados sobre los papeles más insospechados. JOAN MIRÓ
Nacido el año 1893 en Barcelona, este artista hijo de un orfebre y nieto de un herrero, adquirió un sentido del oficio artesanal que permitió que desarrollara un instinto sobre el uso de las materias y herramientas al momento de realizar sus grabados. Sin embargo, según sus propias palabras, comenzó a traspasar los límites de la tradición de esta técnica conocida hasta entonces. Mantendrá un contacto físico, casi carnal con los materiales y técnicas como la punta seca, litografía, aguafuerte o carborundo, incitándolos y abrumándolos con preguntas, entablando con ellos un verdadero diálogo amoroso esperando así una respuesta muy distinta a la sumisión servil y utilitaria del grabado académico. Sus búsquedas y sus hallazgos, premios a su entender de este medio de expresión, no proceden nunca de una experimentación metódica sino del calor de las coincidencias y las sorpresas del azar que guía su asombrosa intuición de la materia.
Si el sentido del oficio artesanal favorece su acceso al grabado, la pasión por la poesía va a desempeñar un papel aún más decisivo. Miró sintió siempre -y así lo proclamó- la necesidad vital de superar los límites de su arte y trascender la pintura. La poesía será por encima de las obras de filósofos y novelistas, por encima incluso de la música, el polo creador de tensiones, esa boca oscura, incitante, inquietante, provocadora y mediadora, capaz de abrir el espacio y ampliar sus poderes de creador. Los poetas serán entonces los que acercan a Miró al grabado y la litografía, iniciando estas colaboraciones en 1930 para ilustrar El árbol de los viajeros de Tristan Tzara, colaboraciones que se multiplicarán con los principales poetas de su época a lo largo de toda su vida.
Su primer premio internacional lo obtuvo gracias a este medio, al recibir el gran galardón de Grabado en la Bienal de Venecia el año 1954. Junto al grabado, que será el medio al que más dedica su atención, Miró exploró también los caminos de la pintura, escultura y cerámica, construyendo un cuerpo de obra de una magnitud y originalidad como pocos artistas del siglo pasado. Fallecido en 1983 en Palma de Mallorca, la obra de uno de los artistas más importantes del mundo se encuentran actualmente en los principales museos y colecciones del mundo.
El grabado es para mí un medio de expresión mayor, un medio de liberación, expansión y descubrimiento. A pesar de que al principio estuve preso de sus limitaciones, herramientas y recetas demasiado dependientes de la tradición. Había que resistir, desbordarlas y entonces un inmenso campo de posibilidades se ofrecía a la mirada y a la mano... El despotismo de la herramienta fue vencido progresivamente. Puedo utilizar estas herramientas, pero también el dedo, la mano, un clavo o un desatornillador viejo. Me he podido liberar asimismo de las superficies utilizadas normalmente para imprimir mis grabados sobre los papeles más insospechados. JOAN MIRÓ