Sebastián Espejo y Pablo Contreras son dos artistas abrazados por la pintura. Una pintura anclada en la práctica de taller, la investigación de la luz, la gestualidad de la materia y, como se ve en esta exposición, imbuida de una sensibilidad hacia las formas de representación clásicas y realistas. En esta conversación, nos develan la psiquis de una pintura que reivindica su linaje tradicionalista con intensa naturalidad. Un portal a una dimensión familiar que en cada lienzo ellos hacen aparecer.
Animal: Se que se conocen de Viña, pero es la primera vez que exponen juntos. Hay mucha afinidad en sus obras.
Sebastián Espejo: Sí, nos conocíamos antes. La primera vez que vi a Pablo fue en su taller. Un mediodía, verano, a principios del 2022. Pablo organizó una venta de taller junto a otres pintores de la región y me presenté a conocerles. Pasamos un buen rato y la venta de taller se convirtió en compartir unos vinos, de noche, bajo un enorme naranjo.
Después ocurrió algo que ya nos ha pasado un par de veces: recibir visitas a nuestros respectivos talleres y que esa visita o venía o iba donde Pablo. Una de esas visitas fue la de Galería Animal, donde habíamos expuesto en la colectiva Catálogo Imaginario I, el año pasado.
A: ¿Qué es lo que ofrece la pintura como lenguaje? ¿Qué les motiva a pintar?
SE: El oficio de la pintura me lleva a vivir una vida más atenta. Eso es lo que me ofrece y lo que busco en la práctica. Las pinturas son una consecuencia inevitable.
La pintura como lenguaje ofrece la posibilidad de acercarse, de aproximarse y de proponer una idea de belleza. Esa belleza, en mi caso, la entiendo como cierta suspensión, como una inhalación. Tiene mucho que ver con el prestar atención al mundo de las cosas, al pintar, y luego invitar a prestar atención. Tiene que ver con el tiempo dispensado en la contemplación. Y la pintura, como un medio estrictamente temporal, pero que ofrece su superficie de manera inmediata y no secuencial, puede evocar cierta belleza.
Pablo Contreras: La pintura es el lenguaje que me permite sostener una imagen, apropiarme de ella y a la vez desprenderme. Desde ahí se genera una invitación donde se hace parte al otro.
Es atemporal: pasado, presente y futuro pueden coincidir. El pasado, como un sueño o un recuerdo, y el futuro como un anhelo.
En la obra me interesa llegar a un lugar, así como también volver a otro tiempo. La pintura me permite esa ambigüedad que converge en una imagen única. A su vez, también puede ser única para quien la contemple o la interprete.
A: ¿Qué filiación tienen sus trabajos con la pintura clásica, o de taller? ¿Es algo que les interese investigar y dejar patente?
SE: Mi trabajo se inscribe de manera deliberada en la tradición realista y en la tradición de la pintura chilena. Siempre entiendo mi práctica como un diálogo con otras pinturas. Entiendo que tanto en la materialidad, configuración e imagen hay una herencia y diálogo enorme.
Mi visión cotidiana ya está alimentada por encontrar aquellas configuraciones de lo pictórico, pero con un giro novedoso. No creo en la originalidad, o en la búsqueda de ella; más bien creo que trabajamos con un acervo cultural a partir del cual podemos traducir nuestras vivencias de la manera más transparente posible.
Sí, me interesa dejar patente ese diálogo, pero no de forma explícita. Siempre vivo o experimento de forma directa y subjetiva lo que pinto.
PC: En mi pintura toco los temas tradicionales como paisajes, interiores, objetos... Claramente eso tiene que ver con una pintura clásica, figurativa y quizás tradicional.
La materialidad de la pintura como medio es tan abstracta en sí, que siento una pulsión natural por llevarla a algo reconocible en la realidad. Creo que siempre está en un límite entre lo inmedible del material con lo estrictamente figurativo.
El tema principal en mi trabajo es el Hombre, presente o ausente, su huella y su silencio.
A: En sus obras predominan los objetos cotidianos y los espacios domésticos. Estos objetos son puestos en valor, quedan expuestos para ser escudriñados y desentrañados. ¿Cuáles son sus referentes? ¿Vienen de la imaginación, o se basan en fotografías o modelos?
SE: Mis referentes se basan principalmente en fotografías que hago a partir de mi contexto inmediato. Fotografío acontecimientos de luz más que objetos en particular. Me gusta creer que pinto relaciones más que cosas. Esos eventos lumínicos afectan a las cosas que me rodean y prefiero entender mi hábitat y taller como una trampa de luz. Aunque a veces no hace falta más que dar una vuelta a la manzana para toparse con algo que resulte interesante.
Como dije más arriba, pinto para vivir una vida más atenta y distingo en ese ejercicio dos fases: una de registro, ya sea por bocetos o fotografías del natural, y otra fase de trabajo en el taller. Esa fase de taller tiende a ser la sedimentación de las experiencias del día. Creo en esas dos fases porque aquellas imágenes que persisten en mi memoria tras el registro se convierten en ideas urgentes para ser pintadas. Durante la pintura de taller, trabajo con esas dos imágenes o temporalidades: la que persiste en la memoria y el registro directo.
PC: Yo trato de atrapar lo que veo a mi alrededor o lo que alguna vez habré visto, bajo esta luz que trata de abrirse paso. Utilizo imágenes de distintas partes de lo natural, del recuerdo o de la imaginación, fotos de lo que tengo alrededor o bien de otros lados, también otras que vienen del recuerdo o de la imaginación tanto como del natural.
En el taller esto va decantando, a medida que se va componiendo la obra y ahí, en ese momento, presto atención a lo que sugiere la misma pintura, sus aciertos y errores, tratando de equilibrar lo que se va sucediendo.
Siempre me gusta creer que vuelvo a comenzar.
A: No hay épica ni hazañas narrativas en sus trabajos, pero sí está presente una atmósfera, que podría llamarse de intimidad. O la quietud de lo inerte. O de subjetividad liberada. Lo íntimo viene tanto de aquello que es representado como del formato de la superficie. Otro aspecto es la densidad matérica. ¿Cómo el pigmento y el trazo, la incidencia de la luz sobre los objetos, coadyuvan en la representación?
SE: Las materialidades de la pintura, sus densidades, los gestos, son lo que es el aire a la palabra hablada. Por definición son arbitrarias aquellas inscripciones, sonidos, en la superficie pictórica, pero en su conjunto significan o refieren.
Creo que, en mi pintura la representación está más del lado evocativo que descriptivo. Ese balance la conduce a cierta atemporalidad o quizás, incluso, cierta universalidad, pero que topa con ciertos elementos descriptivos específicos.
Esa especificidad puede estar únicamente en la materialidad, en el cómo, más que en el tema o en la descripción referencial. Cuando el gesto de cómo la materia se dispuso se nos presenta ante la mirada, y podemos entenderlo como un significante, pero a la vez volver a ese accidente de pura materialidad, la pintura se presenta y se explica a sí misma.
PC: Entiendo la pintura desde la mancha que rompe el vacío, le quita algo. Luego hay un cuidado de saber hasta cuánto quitar. Comienza el diálogo entre fondo y forma, el pigmento y el trazo van de alguna manera modelando la escena, e iluminando este vacío.
El tiempo es importante: necesito que se vayan asentando las capas como una manera de sostener la obra. Para mí es una manera de revelar lo que ya estaba ahí.
Es un espacio donde la obra ocurre en cierta independencia de mi autoría.
En mi caso, decido que el pigmento no entre en una problemática necesariamente de color, más bien, como una manera de esculpir la imagen y dejar fluir la luz. Por su parte, el trazo responde a un pulso en la ejecución con sus pausas y acentos.
A: ¿Cómo es un día en el taller?
PC: Un día en el taller es todo el tiempo; siempre anda rondando la idea de obra, pero en general es en la tarde cuando entro de lleno en la intimidad del taller.
Es un momento de reflexión más directa con las obras que están ya en proceso junto con otras que comienzan.
SE: El día en el taller es todos los días. Es temprano. Es después de hacer ejercicio. Es después de un café. Y es con la idea de una pintura y un par de imágenes en el bolsillo. Son pinturas de una sesión, en una práctica que es completamente corporal y focalizada.
Puedes ver el catalogo de la muestra AQUI
Animal: Se que se conocen de Viña, pero es la primera vez que exponen juntos. Hay mucha afinidad en sus obras.
Sebastián Espejo: Sí, nos conocíamos antes. La primera vez que vi a Pablo fue en su taller. Un mediodía, verano, a principios del 2022. Pablo organizó una venta de taller junto a otres pintores de la región y me presenté a conocerles. Pasamos un buen rato y la venta de taller se convirtió en compartir unos vinos, de noche, bajo un enorme naranjo.
Después ocurrió algo que ya nos ha pasado un par de veces: recibir visitas a nuestros respectivos talleres y que esa visita o venía o iba donde Pablo. Una de esas visitas fue la de Galería Animal, donde habíamos expuesto en la colectiva Catálogo Imaginario I, el año pasado.
A: ¿Qué es lo que ofrece la pintura como lenguaje? ¿Qué les motiva a pintar?
SE: El oficio de la pintura me lleva a vivir una vida más atenta. Eso es lo que me ofrece y lo que busco en la práctica. Las pinturas son una consecuencia inevitable.
La pintura como lenguaje ofrece la posibilidad de acercarse, de aproximarse y de proponer una idea de belleza. Esa belleza, en mi caso, la entiendo como cierta suspensión, como una inhalación. Tiene mucho que ver con el prestar atención al mundo de las cosas, al pintar, y luego invitar a prestar atención. Tiene que ver con el tiempo dispensado en la contemplación. Y la pintura, como un medio estrictamente temporal, pero que ofrece su superficie de manera inmediata y no secuencial, puede evocar cierta belleza.
Pablo Contreras: La pintura es el lenguaje que me permite sostener una imagen, apropiarme de ella y a la vez desprenderme. Desde ahí se genera una invitación donde se hace parte al otro.
Es atemporal: pasado, presente y futuro pueden coincidir. El pasado, como un sueño o un recuerdo, y el futuro como un anhelo.
En la obra me interesa llegar a un lugar, así como también volver a otro tiempo. La pintura me permite esa ambigüedad que converge en una imagen única. A su vez, también puede ser única para quien la contemple o la interprete.
A: ¿Qué filiación tienen sus trabajos con la pintura clásica, o de taller? ¿Es algo que les interese investigar y dejar patente?
SE: Mi trabajo se inscribe de manera deliberada en la tradición realista y en la tradición de la pintura chilena. Siempre entiendo mi práctica como un diálogo con otras pinturas. Entiendo que tanto en la materialidad, configuración e imagen hay una herencia y diálogo enorme.
Mi visión cotidiana ya está alimentada por encontrar aquellas configuraciones de lo pictórico, pero con un giro novedoso. No creo en la originalidad, o en la búsqueda de ella; más bien creo que trabajamos con un acervo cultural a partir del cual podemos traducir nuestras vivencias de la manera más transparente posible.
Sí, me interesa dejar patente ese diálogo, pero no de forma explícita. Siempre vivo o experimento de forma directa y subjetiva lo que pinto.
PC: En mi pintura toco los temas tradicionales como paisajes, interiores, objetos... Claramente eso tiene que ver con una pintura clásica, figurativa y quizás tradicional.
La materialidad de la pintura como medio es tan abstracta en sí, que siento una pulsión natural por llevarla a algo reconocible en la realidad. Creo que siempre está en un límite entre lo inmedible del material con lo estrictamente figurativo.
El tema principal en mi trabajo es el Hombre, presente o ausente, su huella y su silencio.
A: En sus obras predominan los objetos cotidianos y los espacios domésticos. Estos objetos son puestos en valor, quedan expuestos para ser escudriñados y desentrañados. ¿Cuáles son sus referentes? ¿Vienen de la imaginación, o se basan en fotografías o modelos?
SE: Mis referentes se basan principalmente en fotografías que hago a partir de mi contexto inmediato. Fotografío acontecimientos de luz más que objetos en particular. Me gusta creer que pinto relaciones más que cosas. Esos eventos lumínicos afectan a las cosas que me rodean y prefiero entender mi hábitat y taller como una trampa de luz. Aunque a veces no hace falta más que dar una vuelta a la manzana para toparse con algo que resulte interesante.
Como dije más arriba, pinto para vivir una vida más atenta y distingo en ese ejercicio dos fases: una de registro, ya sea por bocetos o fotografías del natural, y otra fase de trabajo en el taller. Esa fase de taller tiende a ser la sedimentación de las experiencias del día. Creo en esas dos fases porque aquellas imágenes que persisten en mi memoria tras el registro se convierten en ideas urgentes para ser pintadas. Durante la pintura de taller, trabajo con esas dos imágenes o temporalidades: la que persiste en la memoria y el registro directo.
PC: Yo trato de atrapar lo que veo a mi alrededor o lo que alguna vez habré visto, bajo esta luz que trata de abrirse paso. Utilizo imágenes de distintas partes de lo natural, del recuerdo o de la imaginación, fotos de lo que tengo alrededor o bien de otros lados, también otras que vienen del recuerdo o de la imaginación tanto como del natural.
En el taller esto va decantando, a medida que se va componiendo la obra y ahí, en ese momento, presto atención a lo que sugiere la misma pintura, sus aciertos y errores, tratando de equilibrar lo que se va sucediendo.
Siempre me gusta creer que vuelvo a comenzar.
A: No hay épica ni hazañas narrativas en sus trabajos, pero sí está presente una atmósfera, que podría llamarse de intimidad. O la quietud de lo inerte. O de subjetividad liberada. Lo íntimo viene tanto de aquello que es representado como del formato de la superficie. Otro aspecto es la densidad matérica. ¿Cómo el pigmento y el trazo, la incidencia de la luz sobre los objetos, coadyuvan en la representación?
SE: Las materialidades de la pintura, sus densidades, los gestos, son lo que es el aire a la palabra hablada. Por definición son arbitrarias aquellas inscripciones, sonidos, en la superficie pictórica, pero en su conjunto significan o refieren.
Creo que, en mi pintura la representación está más del lado evocativo que descriptivo. Ese balance la conduce a cierta atemporalidad o quizás, incluso, cierta universalidad, pero que topa con ciertos elementos descriptivos específicos.
Esa especificidad puede estar únicamente en la materialidad, en el cómo, más que en el tema o en la descripción referencial. Cuando el gesto de cómo la materia se dispuso se nos presenta ante la mirada, y podemos entenderlo como un significante, pero a la vez volver a ese accidente de pura materialidad, la pintura se presenta y se explica a sí misma.
PC: Entiendo la pintura desde la mancha que rompe el vacío, le quita algo. Luego hay un cuidado de saber hasta cuánto quitar. Comienza el diálogo entre fondo y forma, el pigmento y el trazo van de alguna manera modelando la escena, e iluminando este vacío.
El tiempo es importante: necesito que se vayan asentando las capas como una manera de sostener la obra. Para mí es una manera de revelar lo que ya estaba ahí.
Es un espacio donde la obra ocurre en cierta independencia de mi autoría.
En mi caso, decido que el pigmento no entre en una problemática necesariamente de color, más bien, como una manera de esculpir la imagen y dejar fluir la luz. Por su parte, el trazo responde a un pulso en la ejecución con sus pausas y acentos.
A: ¿Cómo es un día en el taller?
PC: Un día en el taller es todo el tiempo; siempre anda rondando la idea de obra, pero en general es en la tarde cuando entro de lleno en la intimidad del taller.
Es un momento de reflexión más directa con las obras que están ya en proceso junto con otras que comienzan.
SE: El día en el taller es todos los días. Es temprano. Es después de hacer ejercicio. Es después de un café. Y es con la idea de una pintura y un par de imágenes en el bolsillo. Son pinturas de una sesión, en una práctica que es completamente corporal y focalizada.
Puedes ver el catalogo de la muestra AQUI