The world needs a hero

The world needs a hero

Forzar una simetría entre la actual crisis económica norteamericana, y la crisis que arrastra la representación, puede resultar arriesgado como substrato discursivo de una muestra de pintura. Si nos Aventuramos, podríamos sostener que así como la crisis de los activos sub- prime, y su consecuente falta de liquidez, fue desatada por la especulación y la desregulación del modelo, una suerte similar corrió la pintura como disciplina, al constituirse en objeto de sistemáticos embates por parte de las vanguardias, para finalmente devenir en plataforma experimental, liberada de preceptos obsoletos y decimonónicos. La especulación -como las burbujas financieras- es producto, y constante, de la apertura liminar de las artes visuales. La expansión y permeabilidad de la pintura a nuevos soportes, su simulación publicitaria, la apropiación iconográfica popular, su transparencia, en definitiva este influjo y reflujo de transacciones responde a una necesidad crítica de adaptación y renovación para preservarse. En este contexto, la figura del artista demiurgo que obra prodigios ha sido relegada al plano de “operador visual” que indistinta e indiferentemente codifica la producción cultural. “Donde alguien pierde, otro se beneficia”, el estado de crisis fomenta la emergencia de nuevos actores, de populismos, así como la necesidad de caudillos y héroes.
Es en este punto donde pretende instalarse la propuesta de Pablo Serra y José Miguel Marty: plantear el desarrollo de sus respectivos trabajos como un medio que se encuentra supeditado no solo a la lógica (y a la crisis) interna de la actividad pictórica y a las reflexiones puramente estéticas, sino también a la posición geográfica y cultural, al orden geopolítico y los vaivenes de la economía entre otros factores propios de la inserción en un sistema global. De esta forma, ambos artistas hacen eco del antagonismo quizá más relevante de la contingencia a nivel mundial: la crisis de la superpotencia norteamericana, y la emergencia bullante del gigante chino.
El contrapunto discursivo pretendido por los artistas supone una tensión al estar contenido en el aspecto formal de los trabajos. Ambos se apropian de la iconografía que provee la industria del enterteinment. Pero mientras Serra deforma y vulnera la figura de los superhéroes clásicos por medio de los diseños en plasticina modelados por un niño de 6 años, Marty apuesta por el icono de Bruce Lee diseñado para el popular y antiguo videojuego, utilizándolo como módulo ya sea para construir coreografías multitudinarias o un dragón de gran formato. Gesto, que en el caso de ambos artistas, busca evocar una atmósfera bélica, pero a su vez, de afectada ingenuidad.

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