Por primera vez Natalia Babarovic y Pablo Ferrer expondrán sus obras en conjunto en una muestra titulada “Campos Cercados” que más allá de exhibir sus pinturas buscan que se genere un diálogo entre ellas.
El pintor Pablo Ferrer presentará en la muestra, que se inaugurará el 2 de septiembre a las 19:30 horas, óleos en gran formato que trabaja a partir de pequeñas maquetas que son el ancla referencial y desde donde va construyendo una nueva imagen bidimensional y mucho más grande. En todos los casos hay una micro narración articulada entre uno o dos cuerpos humanos y donde hay algo que sucedió o está por suceder.
“Me interesa que la tela funcione como una ventana, pero esta ventana no da a la ‘naturaleza’, sino que a una especie de diorama, en donde las ‘cosas’ parecen estar a punto de animarse o de congelarse definitivamente”, explica el artista.
Natalia Babarovic, por su parte, presenta obras de mediano y gran formato donde el protagonista son los paisajes casi sin horizonte en los que busca invertir la ubicación de zonas inacabadas, que normalmente quedan en los bordes de la tela, hacia objetos ubicados en el centro y primer plano de las pinturas.
“En mis paisajes anteriores la línea del horizonte que conectaba una tela con otra y las degradaciones colorísticas necesarias para representar la perspectiva atmosférica, eran protagonistas. En este caso se trata, por decirlo de algún modo, de las graduaciones de color que se producen en un paisaje frontal de primer plano sin horizonte”, describe su obra Babarovic.
Ambos trabajos tienen una mirada reflexiva sobre el problema de la representación en la pintura. En el caso de Natalia Babarovic, aflora en lo formal, en la presentación de la mancha, en el lenguaje mismo. El gesto se vuelve símil de lo orgánico en arbustos y matorrales, y las telas no se cierran en sí mismas ya que las ramas podrían continuar, incluyendo así metonímicamente al mundo. Mientras que en las pinturas de Pablo Ferrer el mundo se acaba después del último árbol pintado en el borde de la tela. El modelo claramente no es natural, es artificial desde un comienzo y la construcción de la imagen, más que revelarse en la superficie, se representa dentro del cuadro.
El pintor Pablo Ferrer presentará en la muestra, que se inaugurará el 2 de septiembre a las 19:30 horas, óleos en gran formato que trabaja a partir de pequeñas maquetas que son el ancla referencial y desde donde va construyendo una nueva imagen bidimensional y mucho más grande. En todos los casos hay una micro narración articulada entre uno o dos cuerpos humanos y donde hay algo que sucedió o está por suceder.
“Me interesa que la tela funcione como una ventana, pero esta ventana no da a la ‘naturaleza’, sino que a una especie de diorama, en donde las ‘cosas’ parecen estar a punto de animarse o de congelarse definitivamente”, explica el artista.
Natalia Babarovic, por su parte, presenta obras de mediano y gran formato donde el protagonista son los paisajes casi sin horizonte en los que busca invertir la ubicación de zonas inacabadas, que normalmente quedan en los bordes de la tela, hacia objetos ubicados en el centro y primer plano de las pinturas.
“En mis paisajes anteriores la línea del horizonte que conectaba una tela con otra y las degradaciones colorísticas necesarias para representar la perspectiva atmosférica, eran protagonistas. En este caso se trata, por decirlo de algún modo, de las graduaciones de color que se producen en un paisaje frontal de primer plano sin horizonte”, describe su obra Babarovic.
Ambos trabajos tienen una mirada reflexiva sobre el problema de la representación en la pintura. En el caso de Natalia Babarovic, aflora en lo formal, en la presentación de la mancha, en el lenguaje mismo. El gesto se vuelve símil de lo orgánico en arbustos y matorrales, y las telas no se cierran en sí mismas ya que las ramas podrían continuar, incluyendo así metonímicamente al mundo. Mientras que en las pinturas de Pablo Ferrer el mundo se acaba después del último árbol pintado en el borde de la tela. El modelo claramente no es natural, es artificial desde un comienzo y la construcción de la imagen, más que revelarse en la superficie, se representa dentro del cuadro.