Leppe expone su obra reciente de pinturas y bronces -la melancolía y el doble sombrío de la pasión. Una serie de volúmenes, paneles, telas, esculturas y estructuras objetuales, en un conjunto de significativas piezas montadas en esquema trascendental, como en un teatro secular, expuesta a la vista y sin cierres, dejando ver la red de estados que se necesitan al interior del proceso creativo.
A primera vista no hay una lógica ni sintaxis única en la muestra, no trata de explicar nada salvo el lugar de su aparición, las cosas de hace siglos, del mundo, que permanecen, en medio de una pompeyana fijación objetual, de un presente contemporáneo, reuniendo tal diversidad objetual con el esplendor matérico de su autor, en una renovada y vigorosa energía, que transmuta en morbidez y exhuberancia.
Lugares de obra en donde hay luz, en otras hay sombras, tridimensionalidad, atisbos de representación y ocultamiento de cuerpos bajo el miasma fundamental de los fluidos corporales de la materia. Producto acabado e insatisfecho de las prácticas de procedimientos cruzados y desviados dentro del oficio artístico por treinta años. He allí lo no cerrado o lo no satisfecho de esta, su escena.
“Carlos Leppe define la densidad del arte chileno. No solo es uno de los artistas más importantes de nuestro país, figura clave de la escena de avanzada (1977 – 1983) que ha consolidado una obra compleja que se ha convertido en un referente para las nuevas generaciones. Sino que sus pinturas, esculturas, objetos, instalaciones y registros de performance ocupan un lugar destacado en el coleccionismo latinoamericano y europeo de arte contemporáneo”.
Justo Pastor Mellado. Agosto del 2004.
A primera vista no hay una lógica ni sintaxis única en la muestra, no trata de explicar nada salvo el lugar de su aparición, las cosas de hace siglos, del mundo, que permanecen, en medio de una pompeyana fijación objetual, de un presente contemporáneo, reuniendo tal diversidad objetual con el esplendor matérico de su autor, en una renovada y vigorosa energía, que transmuta en morbidez y exhuberancia.
Lugares de obra en donde hay luz, en otras hay sombras, tridimensionalidad, atisbos de representación y ocultamiento de cuerpos bajo el miasma fundamental de los fluidos corporales de la materia. Producto acabado e insatisfecho de las prácticas de procedimientos cruzados y desviados dentro del oficio artístico por treinta años. He allí lo no cerrado o lo no satisfecho de esta, su escena.
“Carlos Leppe define la densidad del arte chileno. No solo es uno de los artistas más importantes de nuestro país, figura clave de la escena de avanzada (1977 – 1983) que ha consolidado una obra compleja que se ha convertido en un referente para las nuevas generaciones. Sino que sus pinturas, esculturas, objetos, instalaciones y registros de performance ocupan un lugar destacado en el coleccionismo latinoamericano y europeo de arte contemporáneo”.
Justo Pastor Mellado. Agosto del 2004.