El pintor chileno Ignacio Gumucio reconstruye espacios arquitectónicos con una inquietante coreografía de personajes dispersos y fuera de escala.
En su niñez y adolescencia Ignacio Gumucio se vio forzado, por motivos familiares, a desplazarse entre un país y otro. En la actualidad está repitiendo el modelo, pero esta vez por una opción profesional. Radicado hace más de un año en Francia, junto a su mujer, la escultora Francisca Sánchez, ha mantenido como un factor subyacente en este camino de vida el buscar a Chile en todas partes, persiguiendo casi como un ideal el ser un simple santiaguino.
Formado en la Universidad de Chile, comenzó a destacar a mediados de los años 90 con un realismo pictórico despojado de normas. Escenas sin la más mínima importancia, composiciones a veces incompletas como una foto mal encuadrada, paisajes precarios, personajes y objetos hechos de fotocopia eran parte de su inventario con una fuerte orientación al desprejuicio.
En sus observaciones rescata ciertos elementos arquitectónicos que lo llevan reconocer algo de Chile en cualquier parte del mundo. Obsesionado con espacios y edificios de una arquitectura funcionalista empobrecida, Gumucio quiso repetir esa fórmula de obra “prefabricada” en sus composiciones artísticas, parte de un proceso que empezó a mostrar en su reciente exposición individual en Chile “Mass Game” y que cuya evolución se podrá ver en Galería Animal (Alonso de Córdova 3105) a partir del 8 de Enero.
Gumucio gusta de trabajar con las dobles lecturas y en estas escenas, el rescate de una visualidad arquitectónica logra evocar un tipo de pintura abstracta. Lugares comunes y reconocibles se convierten en especies de “no lugares” en donde circulan diminutos personajes que Gumucio ha pintado en acrílico y recortado, inspirado en manuales deportivos y otros. El propio artista explica en una entrevista reciente:
“Son grandes coreografías de personas que con el cuerpo arman imágenes. Se pueden ver sólo como personajes o como grupos que articulan el espacio y se despersonalizan. A través de la arquitectura intento explicar cosas que me interesan y que intervienen en la construcción de un cuadro. La ocupo como una analogía que habla de la construcción de la imagen a través de la memoria. Todo esto viene de un patrimonio que tiene que ver con las técnicas de memorización histórica y al mismo tiempo, es la manera como se ha construido el cuadro desde la Edad Media hasta ahora”.
En tres cuadros de gran formato, el artista presenta sus escenas de seres intercambiables y polifuncionales, extraídos de mundos y escalas diferentes. El dato narrativo o anecdótico aquí se diluye en el desconcierto de paisajes construidos por adición, con saltos de perspectiva y un voluntario artificio que lo convierten en una obra fuertemente inquietante.
En su niñez y adolescencia Ignacio Gumucio se vio forzado, por motivos familiares, a desplazarse entre un país y otro. En la actualidad está repitiendo el modelo, pero esta vez por una opción profesional. Radicado hace más de un año en Francia, junto a su mujer, la escultora Francisca Sánchez, ha mantenido como un factor subyacente en este camino de vida el buscar a Chile en todas partes, persiguiendo casi como un ideal el ser un simple santiaguino.
Formado en la Universidad de Chile, comenzó a destacar a mediados de los años 90 con un realismo pictórico despojado de normas. Escenas sin la más mínima importancia, composiciones a veces incompletas como una foto mal encuadrada, paisajes precarios, personajes y objetos hechos de fotocopia eran parte de su inventario con una fuerte orientación al desprejuicio.
En sus observaciones rescata ciertos elementos arquitectónicos que lo llevan reconocer algo de Chile en cualquier parte del mundo. Obsesionado con espacios y edificios de una arquitectura funcionalista empobrecida, Gumucio quiso repetir esa fórmula de obra “prefabricada” en sus composiciones artísticas, parte de un proceso que empezó a mostrar en su reciente exposición individual en Chile “Mass Game” y que cuya evolución se podrá ver en Galería Animal (Alonso de Córdova 3105) a partir del 8 de Enero.
Gumucio gusta de trabajar con las dobles lecturas y en estas escenas, el rescate de una visualidad arquitectónica logra evocar un tipo de pintura abstracta. Lugares comunes y reconocibles se convierten en especies de “no lugares” en donde circulan diminutos personajes que Gumucio ha pintado en acrílico y recortado, inspirado en manuales deportivos y otros. El propio artista explica en una entrevista reciente:
“Son grandes coreografías de personas que con el cuerpo arman imágenes. Se pueden ver sólo como personajes o como grupos que articulan el espacio y se despersonalizan. A través de la arquitectura intento explicar cosas que me interesan y que intervienen en la construcción de un cuadro. La ocupo como una analogía que habla de la construcción de la imagen a través de la memoria. Todo esto viene de un patrimonio que tiene que ver con las técnicas de memorización histórica y al mismo tiempo, es la manera como se ha construido el cuadro desde la Edad Media hasta ahora”.
En tres cuadros de gran formato, el artista presenta sus escenas de seres intercambiables y polifuncionales, extraídos de mundos y escalas diferentes. El dato narrativo o anecdótico aquí se diluye en el desconcierto de paisajes construidos por adición, con saltos de perspectiva y un voluntario artificio que lo convierten en una obra fuertemente inquietante.